Hubo un día en Alhama de Murcia en que el sol alumbró más que un simple torneo. En el césped noble de Alhama Signature, se libró una batalla que no necesitó espadas: bastaron drivers afilados, hierros precisos y putters dispuestos a dictar destino.
Los Amigos del Hoyo 19 llegaron no solo a competir, sino a desafiar la historia, los nervios… y el propio viento. Porque el campo despertó el sábado impecable, majestuoso, listo para el juego. Pero cuando todo parecía calma, llegó un invitado inesperado: el viento. Caprichoso, retador, dispuesto a convertir los últimos hoyos en una odisea.
Y ahí, cuando el campo habló, surgieron los héroes.
En la categoría de caballeros, Francisco Gomis se alzó campeón del torneo en la categoría masculina. No fue casualidad: fue estrategia, temple y golpe certero. Mientras las banderas se agitaban como advertencias, él se mantuvo firme, como quien ya conoce el lenguaje del viento… y lo domina.
En damas, Ana María Martínez dejó claro que la determinación también sonríe. Cuando otros dudaban, ella avanzaba. Cuando el viento apretaba, ella afinaba. Su victoria en el torneo de la final no fue solo deportiva: fue poética.
Y en el scratch, el nombre que resonó fue Fernando Santamaría, quien no negoció con el viento: lo venció. Precision milimétrica, sangre fría —fue él quien demostró que el golf, en días así, lo gana quien se atreve a confiar en cada golpe.
Pero la jornada también celebró otros logros, otras gestas que trascienden el día:
Jose Luis Rivero, rey absoluto del orden de mérito masculino, subió a lo alto con sonrisa triunfal y mirada de quien ha aprendido el secreto: el éxito no se improvisa, se construye. Golpe tras golpe. Torneo tras torneo. Hasta que ya nadie puede negarlo. Con un final de año impresionante aguantó las embestidas de los todos los que pudieron desafiarle.
En la clasificación final del orden de mérito femenino, la ganadora fue Guadalupe Ruiz en un final increible en el que en los 3 últimos hoyos se dio todo la vuelta y llegaron al green del 18 con opciones para Ana y Lupe. El put decidió la victoria, como no podía ser de otra manera, menuda remontada de ambas jugadoras para jugarselo a caza y cruz.
Y Fernando Santamaría, el francotirador, volvió a hacer de las suyas: precisión quirúrgica, respeto ganado, y otra actuación legendaria en el scratch. Alguno dice que dentro de 20 años seguiremos viendole ganar esta categoría año tras año, pero nunca se sabe qué nos deparará el futuro.La leyenda continúa...
Porque en este torneo hubo viento, hubo lucha, hubo gloria… pero sobre todo, hubo espíritu. Ese que hace del Hoyo 19 algo más que un club: una hermandad.
Una vez más, el golf fue la excusa. La amistad, el verdadero trofeo.
Y al caer la tarde, cuando el sol doró los greenes y las risas se mezclaron con brindis, quedó claro: volverán todos. Con ganas de revancha. Con ganas de ser historia.
Porque aquí, entre amigos, el golf no es solo un deporte.
Es la forma más elegante de escribir épica.
