¡Ah, la Gran Final del Orden de Mérito de los Amigos del Hoyo 19!
Dos días de golf, risas, emoción y una pizca de rivalidad amistosa, disputados bajo el sol radiante del campo de Los Moriscos, que lucía como si lo hubieran peinado especialmente para la ocasión. Y vaya si se notaba: el césped estaba tan impecable que daba lástima hacer el primer swing (¡aunque algunos hasta agradecieron los bunkers como excusa para no pisar el green!).
El torneo no defraudó, y menos en categoría femenina, donde se vivieron momentos dignos de película. Paloma se llevó la victoria con una actuación sólida, llena de precisión y paciencia (según sus contrincantes, la paciencia fue especialmente necesaria para tolerar la simpatía infinita de sus followers que la animaban cada hoyo). Entre aplausos y algún que otro suspiro de “me las pagas el próximo año”, Paloma también logró el orden de mérito en su categoría, mostrando que, efectivamente, el golf puede ser todo lo que quieras menos un deporte de riesgo, salvo que sea emocional.
En la categoría masculina, Juan no dejó lugar a dudas. Mostró seguridad en cada hoyo, regalándonos un golf sin aspavientos y con mucho control. Su victoria fue la coronación de un fin de semana redondo (y no solo por las bolas), aunque el trofeo al jugador más constante del año se lo llevó Héctor, ganador del orden de mérito masculina, quien, con cara de haber aprendido que la regularidad es la clave del éxito, cerró el evento con una sonrisa de satisfacción… y, según se comenta, con un firme swing de “no volveré a tirar una bola al agua nunca más”.
Pero si de épica se trata, el auténtico espectáculo lo dio Edu en la categoría scratch. Este hombre, a quien algunos ya apodan “el francotirador”, arrasó en precisión y se llevó el título del torneo. Dicen las malas lenguas que se le vio entrenando en Los Moriscos días antes, aunque Luis, ganador del año en scratch, asegura que “simplemente pasaba por ahí con los palos”. Sus rivales le creen… o al menos hacen como si le creyeran.
Entre swings y risas, el buen ambiente fue el auténtico ganador. Cada hoyo traía consigo comentarios de ánimo, alguna que otra broma y, cómo no, los tradicionales “casi, casi” y “si no fuera por…”. Incluso los golfistas menos experimentados hicieron gala de un espíritu competitivo que fue recibido con aplausos y alguna palmadita en la espalda. Al fin y al cabo, en el Hoyo 19 todos saben que lo importante no es solo el resultado, sino el respeto y el disfrutar del juego, y en eso este torneo fue de matrícula.
Así se cerró un torneo memorable, con tiempo espectacular, campo en perfecto estado, y con la promesa de que, en la siguiente edición, volverán todos, y con ganas de revancha (amistosa, claro). Porque si hay algo que se dejó claro este fin de semana es que, para los Amigos del Hoyo 19, el golf no es solo deporte, sino un motivo para pasarlo bien en la mejor compañía.